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Características de los búnkers

No se han encontrado publicaciones con información específica sobre la construcción de los búnkers, pero si existen algunas menciones a normas básicas. Por ejemplo, en ellas se establecen unos parámetros que relacionan el espesor de los muros con el peso de la bomba capaz de soportar ( 12 cm - 300 kg).  

 

El análisis de las 42 construcciones ha permitido extraer unos patrones y características comunes sobre forma, materiales, ubicación y estado de conservación que se exponen a continuación.

 

 

1. FORMA

 

La mayoría de construcciones estudiadas son fortines de pequeño tamaño. En ellas predominan las formas redondeadas, tanto en la volumetría general como en las aristas. La elección de formas rectas hubiese supuesto el aumento de su visibilidad ya que estas destacarían en un entorno natural. La cubierta,  también con forma redondeada aportaba resistencia  y facilitaba el desagüe del agua.

 

Todas las construcciones tienen ventanas en horizontal orientadas al mar. Las jambas de estas ventanas no son paralelas, sino que están dispuestas en forma de troneras (hueco exterior es mayor al interior). En muchos casos, en el vierteaguas se encuentra un canal de 2 cm de profundidad para el apoyo de las armas.

 

Cuando el acceso al búnker es mediante un túnel, en él encontramos, al menos, una pequeña ventana cuadrada para la ventilación e iluminación.



 

2.  MATERIALES
 

El material más utilizado para la construcción de los búnkers es el hormigón armado, pese que en esa época su uso no era tan habitual como en la actualidad.  El árido utilizado suele ser de gran tamaño y corresponde a la roca del entorno, frecuentemente granito o areniscas. Para la cimentación se utilizaba hormigón en masa.

 

Para la realización del encofrado  predomina el uso de tablones de madera colocados en horizontal. En las zonas curvas se colocaban listones en vertical. La madera también era utilizada para mobiliario y carpinterías interiores.

 

El revestimiento es una herramienta de camuflaje. Por ello, a los búnkers ubicados en la arena  se les aplicaba un revoco exterior (muros y cubierta) utilizando la arena como árido. En cambio, los búnkers en zonas rocosas están recubiertos de piedras desiguales extraídas del entorno.

 

La cerámica está presente en la construcción de los búnkers en forma de ladrillos macizos. Estos se utilizaban como elementos auxiliares: para la formación de dinteles de ventanas o en uniones entre forjado-cubierta.


 

3. EMPLAZAMIENTO

 

Todas las construcciones estudiadas están situadas en la costa pero también se pueden encontrar líneas defensivas en zonas geográficas diferentes, como puede ser la línea de los Pirineos.

 

Las pequeñas construcciones de costa construían a nivel de mar ya sea en zonas rocosas o en las playas. En cambio, las construcciones grandes como las baterías antiaéreas se ubicaban elevadas sobre acantilados o montañas cercanas a la costa.

 

Los búnkers a  nivel de mar, siempre con ventanas orientadas al mar,  tienen una visión completa de las poblaciones a las que pertenecían y preferiblemente el puerto en una sola dirección. Es decir, siempre estaban ubicados en un extremo, nunca en medio ya que implicaría vigilar en dos direcciones (norte y sur, por ejemplo).


 

4. ESTADO DE CONSERVACIÓN

El estado de conservación de los búnkers es muy variable dependiendo de su ubicación y el tratamiento recibido desde cada ayuntamiento. Las patologías principales observadas son:

 

Problemas en la cimentación

Los suelos rocosos han constituido una base estable para los bunkers. En cambio, los suelos arenosos de las playas y el efecto de las mareas han producido desplazamientos, hundimiento y rotura en muchos casos.

 

Humedades:

La mayoría de los búnkers sufren los efectos de las humedades de capilaridad debido a su cercanía al mar y al alto nivel freático.

También se observan humedades por filtraciones. Esto, juntamente con el ambiente corrosivo por la cercanía al mar, han producido la oxidación de las armaduras, fisuras en el hormigón, roturas, desprendimientos, aparición de vegetación (en algunos casos algas), degradación de la madera y la cerámica.

 

Signos de abandono y vandalismo:

En la mayoría de los bunkers observan grafitis, tanto en interiores como en exteriores.

Destaca el contraste de tratamiento de algunos bunkers que han sido considerados patrimonio histórico cultural, se han realizado trabajos de mantenimiento y difusión, frente a los que están desapareciendo sin hacer ruido.

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